Diviertete con el man de la moto
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Solo los perros y los moteros sabemos lo que es sentir el viento en la cara, hacemos las cosas a nuestra manera, vivimos la vida a dos manos, y nos la jugamos toda en cada kilómetro recorrido. Me gusta no tomarme la vida tan en serio, explorarlo todo sin guía de ruta y dedicarle mi libertad a eso que realmente me gusta.
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Ser “el de la moto”, vivir a doscientos por hora, sentir ese golpe de aire, el rugido del motor y con la adrenalina al límite, además de ser papá de Macarena y Guadalupe, es lo que ha cambiado las reglas del juego; ya no se trata de imponer caminos sino de darles la libertad de tomar cuantas rutas quieran, sabiendo que el riesgo y los terrenos desafiantes siempre serán parte de la vida y que no hay mejor sentimiento que vivirla sin guardarse nada.